Catedral de San Ambrosio
Entre las primeras construcciones que se levantaron, en nuestra ciudad, está la Iglesia Parroquial. Muchas fueron las diligencias realizadas para conseguir los fondos de esta construcción. Francisco de la Mata Linares ofició al Obispo de Concepción Francisco José Maran (4 octubre 1794) indicando que se podía construir con la parte del dinero del diezmo llamado “noveno y medio”, porción destinada por el rey -de ese tributo- para construir iglesias y hospitales.
El obispo Tomás de Roa y Alarcón (sucesor del obispo Maran) fue de la misma opinión que su antecesor. Hizo la propuesta y fue aceptada por O`Higgins, para construir la Iglesia de Linares con fondos destinados por el rey para construir capillas en el Obispado.
El Subdelegado José Mª Vallejos e Ibáñez confeccionó el presupuesto, lo ejecutó y remitió, el 6 de octubre de 1796. Vallejos proponía dotar a la nueva iglesia con las campanas de la capilla de Longaví, que habían sido de los jesuitas (expulsados en 1767, por decreto del rey de España Carlos III). Y para poner en marcha esta obra, los vecinos hicieron erogaciones, ya en dinero, ya en mano de obra, como fue el de los albañiles y maestros de obras.
Entre 1796 y 1810 se encomendó al Maestro Mayor de Albañilería Tiburcio Gúmera, iniciar la construcción del primer templo parroquial en la naciente ciudad. Se levantó un plano de la nueva iglesia, remitido (17 abril 1799) al arquitecto italiano Joaquín Toesca, quien no alcanzó a tomar nota, pues pronto falleció. En su reemplazo se nombró al ingeniero Agustín Caballero, quien elevó su informe (15 abril 1800) aceptando el proyecto del maestro Gúmera, salvo algunas rectificaciones. El cura de Yerbas Buenas, Pablo de la Barra, que dirigía las actividades, se trasladó -autorizado por el obispo Roa- desde su parroquia a Linares (1796).
Todas las iniciativas para darle un templo a Linares, no pasaron de trámites y proyectos, ya que en 1805 los oficios religiosos empiezan a celebrarse en una humilde construcción. En el terremoto de 1906 quedó bastante deteriorada. Después de importantes refacciones, y cuando el Papa Pío XI creó la Diócesis, el 18 de octubre de 1925, se convirtió en su primera Catedral.
Otro terremoto (1928), hizo grandes estragos en la ciudad. El templo quedó tan deteriorado que fue necesario demolerlo. Al primer Obispo de la Diócesis -Monseñor Miguel León Prado-, de avanzada edad, le correspondió la ardua tarea de reunir fondos para su reconstrucción. Pese a su tenacidad, sólo alcanzó a bendecir la "primera piedra" del futuro templo, el 1 de Mayo de 1932. La muerte lo sorprendió el 3 de marzo de 1934.
Lo primero que hizo el siguiente Obispo, Monseñor Juan Subercaseaux Errázuriz, apenas llegó a la ciudad de Linares (12 mayo 1935), fue reemprender las obras. Mientras el contratista don Gumercindo Córdova y su cuadrilla de obreros despejaban los escombros, el joven Pastor se reunía con los arquitectos Carlos Bresciani y Jorge del Campo Rivera y con su famoso hermano Fray Pedro, para precisar los planos de la nueva Catedral.
Educado en Roma, y queriendo asociar la nueva Iglesia con la Basílica de San Ambrosio de Milán, prefirió el estilo románico. La torre sería una remembranza del campanil de aquella joya arquitectónica del norte de Italia. En febrero de 1936 se comenzaron aceleradamente los cimientos y el 8 de mayo, Monseñor Subercaseaux bendijo los tijerales.
Después de viajar a Estados Unidos y Europa donde consigue valiosos regalos, consagra la Capilla del Recuerdo, ubicada bajo el Altar Mayor, e inaugura el Sepulcro del primer Obispo, Monseñor León Prado.
En adelante los trabajos avanzarán más lento, porque en abril de 1940 Monseñor Subercaseaux es trasladado como Arzobispo, a La Serena donde fallece en un trágico accidente.
El 15 de junio de 1941 lo sucede Monseñor Roberto Moreira, hasta su deceso el 1 de abril de 1958. Queda sepultado en la Cripta del Recuerdo. Luego (10 agosto 1958), llega Monseñor Augusto Salinas Fuenzalida quien encomienda al célebre artista Giulio Di Girólamo el embellecimiento de la Iglesia Catedral. A su genial intervención se deben el diseño de las tejas de estilo lombardo, las lámparas y sobre todo el Presbiterio donde combinó, magníficamente, mármoles italianos y chilenos. Lo más admirable de su legado es el mosaico, uno de los más hermosos de América.
Por fin, el 7 de septiembre de 1963, se efectúa la solemne Dedicación de nuestra Catedral con asistencia del Cardenal don Raúl Silva Henríquez.
El 17 de abril de 1974, celebra su Primera Misa en la Catedral el quinto Obispo de Linares, Monseñor Carlos Camus Larenas. En su tiempo se vuelve a pintar el interior del templo, se dignifica el Altar del Santísimo, se habilita la Capilla de invierno, se ponen las imágenes de madera de los altares laterales, se automatizan las campanas y se inicia la renovación de la instalación eléctrica.
El 16 de mayo de 2003, ingresa en la Catedral el actual Obispo, Monseñor Tomislav Koljatic. Se concretan las conversaciones con los ejecutivos del Grupo Enersis para incluirla en el hermoso proyecto de iluminación de Iglesias del Sur del Mundo, gracias al cual se renueva por completo el alumbrado interno y externo, dándole un realce impresionante a nuestra Iglesia Catedral.
Las campanas de la Catedral de Linares, tienen una odisea interesante y casi increíble; cuya historia merece una crónica especial, por la importancia de ellas en la Iglesia Catedral. Por ahora diremos que fueron mandadas a hacer a Alemania, y -sorprendidas por la Segunda Guerra Mundial- estuvieron perdidas casi 20 años.
Sus nombres: Ambrosia, en homenaje a San Ambrosio. Titular de la Villa de Linares, Patrono del Obispado y de la Catedral. Adriana, por doña Adriana Vela y familia, fueron grandes benefactores del naciente Obispado. Leonora, por doña Leonor Ferrada Ibáñez, gran benefactora en los inicios del Obispado y Leona, por el primer Obispo de la Diócesis, Monseñor Miguel León Prado. La intención del proyecto era llamarla Leona, pero resultó que llegó a Linares una campana bautizada como "Lioba".
Mandadas a hacer a Alemania, las sorprendió la Segunda Guerra Mundial y estuvieran perdidas casi 20 años. Gracias a que los alemanes son ordenados, cuando reconstruyeron su país, avisaron a Linares que las campanas habían aparecido entre unos escombros y estaban en condiciones de enviarlas.
Tal como dice, el linarense Rubén Campos Aragón (Hijo Ilustre de Linares, 1967) en su libro La Catedral de Linares (1997), son ellas las que mejor definen nuestra catedral: “porque por aquel tiempo, la plaza de Linares era la huella del paso vecinal de cada día, con episodios de sol y barro. Como colgando del aire, las campanas copas hacia abajo delatan sus señas y melancólicas distancias”.
He aquí sus nombres, características e historia; que refuerzan nuestro anterior artículo, completando la crónica sobre La Catedral de Linares.
Grande: Ambrosia, llamada así porque fue financiada por erogación popular en homenaje a San Ambrosio. Titular de la Villa de Linares, Patrono del Obispado y de la Catedral. (Mide 1.40; pesa 1.780 kg.)
Mediana: Adriana, lleva ese nombre porque doña Adriana Vela, y su familia-entre quienes hubo un alcalde de Linares- fueron grandes benefactores del naciente Obispado y contribuyeron con entusiasmo a la construcción de la Catedral. (Mide 1.10; pesa 810 kg.)
Mediana: Leonora, en memoria de doña Leonor Ferrada Ibáñez, gran benefactora de los inicios del Obispado; cuya hermana doña Dolores, casada con Carlos del Campo Bustamante, de quien no tuvo descendencia, fue una de las principales fundadoras del hogar de ancianos "Sagrado Corazón" que en la actualidad pertenece a la Fundación Las Rosas.
Ambas damas, -doña Leonor y doña Dolores- eran sobrinas de la señora Dolores Ferrada , una de las más entusiastas colaboradoras para que se estableciera en Linares el Hospital San Juan de Dios y el Convento del Inmaculado Corazón de María, de los Misioneros Claretianos.(Mide 0,92; pesa 450 kg.)
Chica: Leona, en honor al primer Obispo de la Diócesis Monseñor Miguel León Prado. En realidad la intención del proyecto era llamarla Leona, pero resultó que llegó a Linares una campana bautizada como "Lioba", hecha en recuerdo de una Santa Benedictina del S. VIII que aquí nadie conoce; pero que seguramente debe ser venerada en Europa Central.
Probablemente la campana "Leona" de Linares deben haberla remitido a algún lugar de Europa, desde donde se había encargado la campana "Lioba". Así debe haberse producido el cambio y a Chile llegó, equivocadamente, la campana "Lioba" en vez de "Leona".
Otro dato curioso. En el embalaje de las campanas para ser transportadas desde Hamburgo a Valparaíso se ocuparon tres contenedores. Cuando llegó la delegación linarense a retirarlas, se encontraron con la sorpresa que, aparentemente, habían llegado sólo tres y no cuatro campanas. Al cotejar las facturas y reclamar, terminaron por alzar la campana mayor, Ambrosia; descubrieron que en su interior venía la más pequeña, la equivocada "Lioba" en vez de la "Leona".
Habían sido tantas las peripecias que tuvieron que sortear estas hermosas campanas, que simplemente dejaron que una inmensa grúa las pusiera en los camiones para que las trajeran a Linares. (La pequeña "Leona" o "Lioba" mide 0,80; pesa 310 kg.)
Y retomando a Campos Aragón, en su poema épico “La catedral de Linares”, nos encontramos con estos versos, que describen cada una de sus campanas:
“Porque las campanas /también tienen su historia, /sus adivinanzas y navegaciones, /secretos olvidados en su lisura de lágrima escamada”.
“Una está vuelta al norte / lo cual no sirve para nada, /se llama Leonor por herencia /y vive recordando un patio /con hortensias y camelias / y corredores de ladrillo”.
“Otra se llama Mercedes /como su piadosa y dulce donante /y ahí está /con los ojos llenos de cordillera /y un rosario de nácar /en la doble mano pensativa”.
“Nada más que por esas cosas /de la vida y de la muerte, /la tercera campana se llama Dolores /y es el legado de frágil porcelana /de una gran dama y su familia sepia”.
“La última campana /es la flor tardía de una cítara /y se llama Ambrosia, /es la única que sabe historias /donde el mar escribe había una vez, /sueña siete veces siete /y pasa por un zapato roto…”
Me informan, que una de las campanas se llama Dominga, en honor a la dama linarense Dominga Cuellar. Agrega que puede comprobarse, porque cada una tiene grabado el nombre. Difícil tarea, ya que habría que subir por la escalera de la torre y comprobarlo. Por ahora, confiamos en la información recibida.